domingo, 21 de abril de 2013

El Quijote IV


Apenas los vio don Quijote, cuando dijo:
-Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno.
Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino […]
Y volviéndose a Sancho, le dijo:
-Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo.
-¡Ay!-respondió Sancho, llorando-: No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese de esa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizás tras de alguna mata hallaremos a la señora Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. SI es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber cinchado yo mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribar unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana […]
-Señores- dijo Don Quijote-, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco, y ya soy cuerdo: fui don Quijote de la Mancha, y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía […] suplicó a los dichos señores mis albaceas que si la buena suerte les trajere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí con el título de Segunda parte de las hazañas de don Quijote de la Mancha, de mi parte le pidan, cuan encarecidamente se pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe; porque parto desta vida con escrúpulos de haberle dado motivo para escribirlos […]
En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías. Hallase el escribano presente, y dijo que nunca había leído en ningún libro de caballerías que algún caballero andante hubiere muerto en su lecho tan sosegadamente y tan cristiano como don Quijote; el cual entre compasiones y lágrimas de los que allí se hallaron, dio su espíritu, quiero decir que se murió.
(Quijote, II,74)

  1. El final de la novela supone el reverso de su comienzo: se narra la vuelta a la cordura del protagonista de la misma forma, se retoma al final la intención expresada en el principio: parodiar los libros de caballerías. Comenta como se expresan ambos aspectos y la relación que hay entre ellos.
  2. Lee atentamente la intervención de Sancho, y explica, a partir de sus palabras, la habitual afirmación, de que, a lo largo de la novela, este personaje experimenta un proceso de “quijotización”.
  3. Obsérvese la importancia del Quijote de Avellaneda, del Quijote de 1615. Señala los pasajes en los que se hace referencia a esta obra apócrifa. ¿Qué opiniones vierte Cervantes sobre ella y sobre su autor?.












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